LA LUNA Y LA ROSA (MIGUEL DE UNAMUNO)

 
 
 
 

La luna y la rosa

En el silencio estrellado la Luna daba a la rosa y el aroma de la noche le henchía -sedienta boca- el paladar del espíritu, que adurmiendo su congoja se abría al cielo nocturno de Dios y su Madre toda… Toda cabellos tranquilos, la Luna, tranquila y sola, acariciaba a la Tierra con sus cabellos de rosa silvestre, blanca, escondida… La Tierra, desde sus rocas, exhalaba sus entrañas fundidas de amor, su aroma … Entre las zarzas, su nido, era otra luna la rosa, toda cabellos cuajados en la cuna, su corola; las cabelleras mejidas de la Luna y de la rosa y en el crisol de la noche fundidas en una sola… En el silencio estrellado la Luna daba a la rosa mientras la rosa se daba a la Luna, quieta y sola.

LUZ

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