OIR Y ESCUCHAR

 
 
 

“Oir y escuchar”

La diferencia entre oír y escuchar puede marcar, incluso en un acto en apariencia intrascendente, una enorme diferencia en el resultado final.

El herrero del pueblo contrató a un aprendiz dispuesto a trabajar duro por poco dinero. El muchacho era joven, alto y muy fuerte, aunque un poco despistado. Era obediente y hacía las tareas que le encomendaba, pero se equivocaba a menudo y tenía que repetirlas porque prestaba muy poco atención a las instrucciones que el herrero le daba.

Al herrero esto le molestaba un poco, pero pensaba: “Lo que yo quiero no es que me escuche cuando le doy una explicación, sino que acabe haciendo el trabajo y que me cueste muy poco dinero”.

Un día, el herrero dijo al muchacho: “Cuando yo saque la pieza del fuego, la pondré sobre el yunque; y cuando te haga una señal con la cabeza, golpéala con todas tus fuerzas con el martillo”.

El muchacho se limitó a hacer exactamente lo que había entendido, lo que creía que el herrero le había dicho. Y ese día el pueblo se quedó sin herrero, muerto por accidente a causa de un espectacular martillazo en la cabeza…

El muchacho oyó la instrucción y la interpretó. Es decir, oyó al herrero, pero no le escuchó.

Luego vale la pena estar atento y saber escuchar, a nosotros mismos y a los demás.

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